Las horas se colaban por la vieja cortina
El tic tac de tus besos cantaba una canción,
Mis ojos dormitaban al calor de tus manos
Y tus pies escapaban a mi abrazo febril
Un tumulto de voces gritaban en la almohada
Y tu rostro sereno acallaba el motín,
Mis dedos recorrían tus senderos eternos
Descubriendo paisajes en tus piernas de abril
Gorriones alegraban las sombras con su trino
Y un aroma de mares penetraba hasta el fin,
Tus labios con denuedo cabalgaban mi cuerpo
Y la mañana nueva convocaba un festín
Las horas conmovidas,
¡ay! horas desgastadas,
Rezagadas y ausentes
Se marchan ya de aquí
Quedamos los de siempre
-los sueños y los cuerpos-
Eternos y perpetuos
Despertando un candil
Nashbillee