Vengo de caminar entre la muerte
por el sendero etéreo de tus muslos,
resbalando hasta tus ojos taciturnos,
y descifrando tu pelo ensortijado.
vengo de lejos, donde tu boca
me ha tocado con su elixir
y tus rodillas se han posado
entre mis manos,
de tan pequeño y grande espacio,
que la luna y el sol son uno solo
de allá, donde tu suave voz toca la mía
de allá, donde tu suave voz toca la mía
y un solo aliento nos da vida
lenta muerte y tan extensa,
-clara, sola,-
como tu cuerpo largo y bienamado
la recorro despacio y no le temo,
por eso esparzo de nuevo mis pupilas
vengo de caminar la muerte,
por el camino hermoso de tu cuerpo,
desde tu frente amplia de princesa
y tu talle de sueños convocados.
de aquella muerte diminuta
estoy llegando,
sin dejar un instante
tus manos claras
y tu sonrisa amplia
en mis mejillas.
de aquella muerte
que recuerda tu aroma estoy volviendo,
convocando los duendes y las hadas
para llegar con calma a tu regazo,
a esa limpia mirada
-que yo amo-
Nashbillee
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