Las palabras
se acortan,
se tornan
diminutas,
cuando tus
ojos claros penetran
en mi voz.
Los letargos
entonces
son astas de
la bruma,
y la vida
serena
se agolpa en
mi canción.
Con tus
dedos floridos
asisto a la alborada,
desafiando
al rocío
y a mi
respiración.
Los alegres
sinsontes
alegran con
su trino,
los caminos
secretos
que inundas
con tu brillo.
La mañana indiscreta
se agolpa
tras la puerta,
las
mariposas tersas
recitan tu
canción.
Hoy el día
amanece
y mi cuerpo
se mece,
al compás de
tus labios
y tu
respiración.
Renacen los
sabores
de tus
frutos prohibidos,
y mi boca se
endulza
con su miel y
su flor.
Nuevo sol
que me invade,
que alimenta
y que trae,
la certeza
que es parte
de nacerte y
amarte.
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